lunes, 1 de agosto de 2016

MR. ROBOT UN ATISBO DE LA NUEVA FICCIÓN EN EL SIGLO XXI

Después de muchos años la televisión de EEUU arroja un producto algo más que la basura que produce sin control alguno. Podemos discutir horas de otras series que tienen las mismas o mejores características, pero Mr. Robot tiene un elemento esencial, sin el cual nada de lo escrito sería importante para nuestro tema de estudio, que es el uso de la ficción como un reflejo de la realidad distópica de nuestro presente. 
Mr. Robot es un mal viaje, una pesadilla de catástrofes, un reguero de confusiones que se alínean en función de reconocer el mundo en que vivimos. La idea central no es nueva, es más, la originalidad del argumento no se centra en la novedad. El creador tuvo que analizar muchos antecedentes dentro del mundo de la piratería informática, en el cine y la TV, pero fue astuto y se quedó con el producto bruto, sin matices, sin pulir. Un hacker, esquizofrénico, genio y fuera de control, asume una revolución mundial desde el centro estratégico de las finanzas, Nueva York, una ciudad asustada, donde todos los poderosos se reunen para compartir la torta de la abundancia, una ilusión demacrada y decadente, que destruye las vidas de las personas que no gozan ni tienen acceso a ella.
El villano es una corporación denominada Evil Corp, una sociedad anónima que tiene el monópolio de todo y que por la misma razón es indefensa frente a su propia influencia. Mr. Robot es una especie de libertador que surge de la tremenda inconformidad del ser humano que vive rodeado de modelos que no puede cumplir y que es obligado a aspirar. Este libertador, se nutre y rodea de soldados piscológicamente dañados y socialmente ineficientes, e introduce una suerte de código guerrillero que tambalea las estructuras de la sociedad actual buscando un anacrónico retorno a la edad de las cavernas con el uso de los recursos del mundo moderno. 
Durante el descenso al Hades, el libertador contempla el desmoronamiento del mundo que sus padres le enseñaron, y la creación del cósmos nuevo, uno que él mismo diseñó a raíz de sus frecuentes desfases cognitivos dentro el código fuente de la red. El permanente colapso entre la figura paterna frágil y soñadora; y la materna, severa y materialista; una hermana que es una extensión femenina de su personalidad, y quizás otra figura ilusoria, ésta es una familia que se compone de los espejismos que la sociedad de hoy ofrece a todas las familias del mundo, no solo en Nueva York, sino también en Quillacollo.
La construcción de ésta ficción es impresionante porque sus únicos componentes son el presente, las noticias, los seres humanos. Aquí no hay nada de fantasía, nada es mentira, todos sus elementos los tenemos en casa en todo el mundo, los eventos que ocurren son usuales, y los personajes viven bajo las mismas presiones sociales que nosotros, identificamos a la clase media empobrecida, el aspirante a rico, y el privilegiado que se sienta en una sala con otros pocos privilegiados a beber y drogarse, y el resto del mundo sobrevive con el pan escaso mientras el tiempo pasa.
Es inevitable encontrar referencias un tanto místicas con los operadores del escenario, colosos, semidioses, querubines, es un defecto humano, mitificar lo intangible, aunque esté frente a nosotros.
Esta serie es una radiografía, que te estimula a analizarte, a examinar tu entorno, eres un personaje de Mr. Robot, o eres tú mismo el Libertador. La estética de la ciudad de Manhattan es incidental, Mr. Robot podría estar en Mexico D.F., o Sao Paulo, o Barcelona, o Shangai, incluso podría estar en Santa Cruz de la Sierra. No importa, el resultado es el mismo, el personaje no tiene ventaja por vivir cerca de Wall Street, su herramienta es una pc que tiene Windows, y el usuario usa las mismas aplicaciones que cualquier persona en el planeta.
He llegado entonces donde quería, cuando Mr. Robot es casi un documental de la realidad pese a que su contenido es ciencia ficción, o por lo menos así fue catalogado por quienes crearon las denominaciones de éste género, donde la tecnología es un personaje más fuerte que el espíritu humano, las corporaciones son enemigos dictatoriales, los hombres son frágiles camaleones desvaneciéndose en el universo, y el héroe, no existe, solo es una inferencia.
En conclusión, la ficción y la fantasía deben arrancar ese elemento aún misterioso del alma humana que le permitirá crear la siguiente frontera, porque resulta que continuamos en la resaca del siglo XX con guerras galácticas, súper héroes, mágia, extraerrestres. Mr. Robot ha demostrado que la verdadera ficción no es un exámen de escapismo de la realidad, sino más bien un desvergonzado proceso de ruptura con la cúltura humana y su evolución.
Es hora de despertar, proponer, enfrentar, ya que los modelos propuestos no convencen, no somos un peón, ni un alfil, sino el mismo tablero donde se desarrollan los escenarios de nuestras vidas.