jueves, 27 de febrero de 2014

Los increíbles universos de "El Hombre"

La posibilidad de anticipar el futuro, el comportamiento de las masas, o incluso el devenir de una guerra, ha debido mantener desvelado a muchos desde el origen de la humanidad; aquellos que construyen una máquina para lograrlo, podrían dominar el mundo entero. La novela “El Hombre”, ganadora del certamen Marcelo Quiroga Santa Cruz 2013 de Cochabamba, es un magnífico exponente del deseo humano por conocer de antemano el curso que la historia podría tomar en cualquier momento o lugar, un atributo impensable que se quiere alcanzar a como dé lugar.
El autor, Álvaro Pérez, supo engranar los procedimientos para logar ese fin en una historia acorde a los tiempos modernos, cuando los pormenores de la física y la informática ya son conocidos como invaluables herramientas al alcance de todos, pero más de aquellos privilegiados que pueden costear los recursos y las vidas humanas, en tamaño sacrificio para lograr ese fin. La novela es una representación moderna del mito del Toque de Midas, enseñándonos que las ambiciones llevan a algunos a su propia destrucción por todo cuanto se consigue con un precio desmedido. Y sin embargo, conocer el futuro de todos conlleva una violación de leyes morales incluso espirituales, que no puede acabar sin castigo.
El juego de la tecnología nos enseña otra vez que la creación puede superar a su creador, ofreciéndonos una advertencia filosófica sobre cuán lejos queremos llegar. El dilema se plantea, y la falta de moralidad sobrepasa a las necesidades de algunos, los más afortunados, en poder controlar todo lo que es posible. Luego uno se pregunta: ¿Quién traza la línea de lo que es admisible para el control social? Los países del mundo hallarían esa herramienta ideal para su buen gobierno, quitando a sus ciudadanos el libre albedrío al conocer de antemano lo que sus súbditos harían, suprimiendo o controlando todas las actividades que no hallaran admisibles.
El Hombre” es una buena muestra de una novela epistolar, una colección de cartas y mensajes que atrapan al lector desde el principio. Otros ejemplos de esta variedad narrativa existen en “Drácula” de Bram Stoker, 1897; o “Intimas” de Adela Zamudio, 1913, en nuestro ámbito nacional. Esta suerte de narrativa usada en “El Hombre” no permite al lector poder crear un vínculo afectivo con cualquiera de los protagonistas, resulta imposible la idea de identificarse con algún personaje, ya que no hay espacio para ello, dejando el contenido como única fuente de interés, frío, plano e impersonal a veces. Sin embargo, la historia relatada no deja de ser escalofriante a cada vuelta de página, un verdadero festín para los encumbrados en la Ciencia Ficción, y sin duda para aquellos amantes de la tecnología en estos días apresurados.
Dennis Morales Iriarte
SUPERNOVA

viernes, 21 de febrero de 2014

Entrevista a Giovanna Rivero sobre "98 segundos sin sombra", una obra con elementos fantásticos




Giovanna y su novela de “aura gótica”


Por: Martín Zelaya Sánchez (Letra Siete)


No aparece, en esta conversación con Giovanna Rivero, la clásica pregunta “¿de qué trata tu libro?”. ¿Entrevistar a una escritora por la aparición de su nueva novela y no profundizar en ella? Tampoco es así del todo.
Sabemos, porque otras interrogantes llevan a ello, que 98 segundos sin sombra es un retroceso a los años 80, y que está narrado en primera persona por una intensa y terrible adolescente. ¿No es acaso suficiente?
Pues creemos que sí, aunque casi no se puede esperar la llegada a nuestras librerías de la edición de Caballo de Troya (España) o que alguna editorial local la reedite pronto para disipar más curiosidades y disfrutar de la lectura.
Mientras tanto, si algún dato más es necesario, los editores señalan en el texto de contratapa de la edición que hoy se lanza a la venta en España y Argentina: “Estamos en la cúspide de la década de los ochenta, Genoveva, la protagonista y narradora, tiene 16 años, estudia en un colegio de monjas y vive, como ella dice, en el “Culo del Mundo”, en un pueblo que se ha convertido violentamente en ciudad y donde la modernización ha llegado de la mano del narcotráfico”.
En la conversación con la autora cruceña afincada en EEUU, aprovechamos además para  conversar sobre el panorama de las letras nacionales y los suplementos literarios, a propósito esto último de este viaje que LetraSiete inicia precisamente hoy.

- Sin saber casi nada de 98 segundos sin sombra, al leer la reseña de la editorial se viene a la cabeza Jonás y la ballena rosada de Wolfango Montes…
- Me gusta el vínculo, pero creo que aunque ambas novelas instalan sus relatos en los años 80, en pleno auge de la pichicata como esquema social siniestro, sus aproximaciones a esa problemática son muy distintas.
En 98 segundos sin sombra el enfoque existencial de esa realidad que se yuxtapone y pervierte la vida de un pueblo lo desarrolla una adolescente, Genoveva, el personaje central.  Pero sí, es posible que esta novela dialogue con Jonás desde una distancia temporal, de percepción histórica y generacional, pero sobre todo desde distintos lugares emocionales.

- Me parece que siempre hay algo de un autor en cualquiera de sus textos, desde detalles mínimos hasta episodios autobiográficos. ¿Cuánto de Giovanna hay en la Genoveva que narra en primera persona?
- Más que reconocer ciertas marcas autobiográficas prefiero responder a esta pregunta desde la mirada y, quizás, la memoria. Si bien es cierto que esta novela es una respuesta que gesté durante largo tiempo a esos años hermosos pero llenos de desazón de mediados de los 80, cuando me tocó ser adolescente, y por consiguiente pude nutrir el relato con emociones, sucesos, dramas de entonces, lo que me interesaba conseguir en esta escritura era, más bien, un viaje inexcusable a esa década.
Recuperar, es eso, recuperar la electricidad, la música, el dolor, la ingenuidad, el enorme peligro, la muerte lenta de la izquierda de nuestros padres, el fanatismo religioso híbrido que se mezclaba con otros fanatismos.
Es decir, más allá de un cierto nivel autobiográfico, si lo hubiera y en el que además es imposible confiar, lo fundamental es que esa supuesta y engañosa referencialidad funcione sólo como un recurso para ver algo más grande y colectivo. Eso es lo que quería y creo que lo he conseguido.
La primera persona es una decisión literaria y ontológica porque Genoveva, de alguna manera, está casi todo el tiempo cuestionando el mundo desde su íntima ética en formación.

- Desde tus primeros cuentos hasta tu más reciente novela se nota que buscas, si no experimentar, sí al menos innovar, explorar con el lenguaje. ¿Con qué novedades técnicas o estéticas nos encontraremos en esta novela… por ejemplo similitudes y diferencias en relación a Helena 2022?
- Con Helena quise, en efecto, jugar a conectar, por medio de muchas prótesis tecnológicas y “científicas”, un momento que me parece fascinante del nacimiento de la modernidad, cuando se nos cae el ego al saber que no éramos el centro del universo, con otro momento de extravío, que se ubica justamente en las antípodas: saber que no somos el centro del universo ni de nada, ser muy jóvenes y tener que construir una subjetividad más o menos funcional con esa “fractura original”.
En Helena trabajé más en un plano lúdico y es aún una historia incompleta o, mejor dicho, abierta, a la que le daré continuidad en algún momento.
98 segundos sin sombra está definitivamente en otra longitud de onda. Si bien en su universo también uno puede toparse con muchas alusiones a la ciencia ficción que cundió el imaginario popular en los años 80 porque era concomitante con un sentimiento de apocalipsis que entonces era más festivo que fatal, muy diferente a lo que nos pasa ahora, esta novela se mueve en un enclave histórico específico y los personajes están, de hecho, encerrados, asfixiados, por la terrible sensación de que el dichoso futuro puede tardar mucho en llegar. Creo que hay un aura gótica que cubre este relato, pero es eso, un aura.

- En relación a la Ganímedes (“una civilización salvadora”) con la que sueña la protgonista, te hago una pregunta en dos partes: ¿sigues en la línea de la ciencia ficción? y, tomando en cuenta “tú Helena”, Iris de Edmundo Paz Soldán, y otros ejemplos ¿será que los escritores bolivianos se interesan cada vez más en explorar un eventual futuro distópico, lejos de tratar de desentrañar los problemas políticos y sociales pasados o actuales, como era casi obligatorio hasta hace tres o cuatro lustros?
- Te respondo comenzando por la segunda parte: La ciencia ficción es algo que me apasiona mucho, la libertad que le permite al escritor es magnífica, pero al mismo tiempo un desafío porque uno puede administrar mal ese bono extra de libertad.
No es fácil nadar en esas aguas. Por eso me parece súper positivo y prometedor que más escritores bolivianos estén trabajando con el género y que gente como Iván Prado Sejas, Miguel Esquirol y otros tengan la voluntad y determinación de pensar sus alcances en nuestro campo cultural.
No creo que esas distopías estén lejos de los conflictos históricos, o faciliten una fuga, sino que corren paralelos a ellos e iluminan lo que muchos relatos históricos se han empeñado en ocultar. A veces el discurso o narración de la llamada “historia oficial” es de por sí una distopía conveniente porque simplifica o deforma la complejidad de los hechos “reales”.
Mi última novela no pertenece al género de la ciencia ficción, pero cuando me lo preguntan y digo “es una novela realista”, siento que hay algo que me es insuficiente en esa categorización.
Probablemente porque la voz narrativa es la de una adolescente y ya sabemos que en ese momento, el de la adolescencia, la realidad se desdobla sin dividirse en apariencias, sino más como si hubiera muchas dimensiones materiales que el chico o la chica debe afrontar cada día. Una especie de psicosis temporal que forma parte de ese “adolecer”.
Esa sensibilidad es la que quise construir en esta novela. Ganímedes, los ovnis, la transmutación y otras alusiones forman parte de las desaforadas promesas políticas, religiosas y emocionales que tensionan a los personajes.

- Igual que vos, varios jóvenes autores bolivianos están publicando y son reconocidos en otros países. ¿Será que al fin se abren al mundo las puertas de la “encuevada literatura boliviana”?
- Definitivamente sí. Esto no significa que ahora el camino será fácil, pero creo que radicalizarnos en un pesimismo cómodo no lleva a ninguna parte. Hay que seguir empujando esa puerta.
Aparte de los propios libros que se van haciendo camino en otras esferas, creo que la crítica, por pequeña que sea, puede hacer un trabajo significativo. El modelo argentino de retroalimentación cultural es un ejemplo de éxito: genera conversación, exigencia, criterios serios y creíbles de lectura y calidad y va armando un “capital” compacto que respalda al escritor.

- Con esta entrevista inauguro un nuevo suplemento. ¿Según vos, qué rol juegan los suplementos, las revistas literarias hoy en día, en tiempos de la web, en relación a su papel hace dos o más décadas? ¿Tienen aún esperanza frente a los blogs el Facebook… qué deben cambiar, innovar para ser todavía útiles?
- Evidentemente, no sólo las revistas o suplementos literarios han debido cambiar vertiginosamente, sino el periodismo escrito en su totalidad. Hace dos décadas el lector pensaba que en sus páginas podía encontrar la verdad absoluta, salvo casos de control político, claro, cuando esa verdad se teatraliza.
La virtualidad ha modificado todo. Pienso ahora en una carta que Almodóvar le escribió a Rajoy recordándole que la violencia de las calles podía ser documentada y narrada por cualquier ciudadano que tuviera un celular, que no se confiara, pues ahora era imposible atrapar una sola edición de las cosas.
Podríamos, entonces, volcar esa premisa y decir que la esperanza de los suplementos literarios reside en cuán penetrante y creativa pueda ser la mirada con la que hacen la edición de lo que ocurre contradictoria e imparablemente.
La edición y el discurso que coloca algo en la escena y cómo eso incide en la realidad, es ese el valor diferencial que uno como lector navegante busca. Si el Facebook o los blogs están repitiendo las mismas cosas, los mismos elogios o críticas fragmentarias, necesitamos que los suplementos se atrevan a abrir otras ventanas.
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Sobre la escritora
Giovanna Rivero (Santa Cruz, Bolivia, 1972) obtuvo el Premio Nacional de Literatura de Santa Cruz, en 1996, por el volumen de cuentos Las bestias y el Premio Nacional de Cuento Franz Tamayo, en 2005, por Dueños de la arena.
Participó del International Writing Program ofrecido por la Universidad de Iowa en el semestre del otoño de 2004. Actualmente concluye un doctorado en literatura hispanoamericana en Universidad de Florida. Ha publicado los libro Contraluna y Sangre Dulce, Tukzon y Helena 2022.
Narraciones suyas figuran en diversas antologías, como El futuro no es nuestro (Eterna Cadencia, 2009), Schiffe aus feue, compilada por Michi Strausfeld (Alemania, 2010). Figura entre “Los 25 secretos literarios mejor guardados de Latinoamérica” seleccionados por la Feria Internacional del Libro Guadalajara 2011.

Fuente: http://letrasietebolivia.blogspot.com/2014/02/nota-central.html

viernes, 7 de febrero de 2014

Las audaces inmersiones al fondo del Bar

La última entrega de Gonzalo Montero Lara nos permite sumergirnos en muchos y variados viajes, a profundidades geniales y acaso inexploradas, en universos físicos y etéreos sorprendentes, y en aventuras sin igual. La dosis exacta de humor e irreverencia permiten al lector un divertimento del que queremos ser partícipes, al mismo tiempo que descubrimos algunas posibles realidades, que sin querer se han escapado de nuestros sentidos, pero que el autor nos refresca la memoria con ocurrencias que podrían sucedernos a cada uno de nosotros.

El “Viaje al fondo del Bar” ofrece la oportunidad de conocer a personajes muy reales y también otros que sólo podían llegar de galaxias distantes tras largo viaje, y que se encuentran entre nosotros para realizar búsquedas personales, o para librarnos de males cósmicos, aún sin que nosotros nos demos cuenta de ello. Un personaje recurrente favorito de muchos es el policía Policarpio, “el Poli”, cuyos caminos y descubrimientos ofrecen al lector un buen atisbo de la condición humana, situación que a la vez todos los cuentos de la obra nos la enseñan en diferentes perspectivas.

La deliciosa mezcla de ciencia ficción con el realismo social que Gonzalo Montero Lara imprime en muchos de sus trabajos literarios, nos refresca en abundancia en el cotidiano absurdo de cada día. Si queríamos una buena lectura, y de yapa una buena risa para cambiar nuestras rutinas habituales, éste libro lo logra desde las primeras páginas. El estilo narrativo empleado es agradable y dinámico, que sólo autores de gran corazón lo poseen, y las historias que componen la obra son visiones alegres y optimistas, y a veces moralejas que no podemos dejar de lado.

El libro “Viaje al fondo del Bar” es el festejo de nuestras costumbres antiguas y actuales, milenarias o muy modernas en grato contraste; es una mezcla de revelaciones abiertas y ocultas fantasías, con una combinación magistral de todas las cualidades que queremos encontrar en esta acelerada actualidad.


Dennis Morales Iriarte

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Sociedad de Escritores

De Narrativa Fantástica Y Ciencia Ficción

SUPERNOVA