jueves, 22 de agosto de 2013

El auge de la autoedición

Por Manu de Ordoñana el 22-08-2013

El último informe de la Agencia española del ISBN hizo saber que los títulos presentados por los autores-editores en el año 2012 fue de 6.590, lo que representa un 6,94% sobre el total registrado ─frente al 8’3% del año anterior─, un porcentaje importante que demuestra el auge que la autoedición empieza a tener en España. La crisis que atenaza a la industria editorial ha empujado a los escritores a buscarse la vida, con el sostén de las nuevas tecnologías que les permiten hacer visible su obra a través de las numerosas plataformas que han surgido en Internet para la venta de libros online.
Claro que esta cifra de 6.509 títulos podrían ser bastante más alta, si se añaden los títulos que registraron los nuevos editores ─535 se dieron de alta en 2012─, nacidos para ayudar a los escritores diletantes que, por ver su libro publicado, están dispuestos a pagar un precio que puede alcanzar los 4.000-5.000 euros, en función de la tirada y de los servicios que contraten (diseño de la portada, maquetación, corrección, marketing y distribución). El cliente ya no es el lector sino el autor. El editor no asume riesgos y se limita a cobrar por su trabajo. La impresión bajo demanda es un buen negocio, así lo entiende Bubok que el año pasado solicitó 11.728 nuevos títulos en la agencia del ISBN.
Por fin he publicado
La autoedición de libros ha conseguido una posición importante en Estados Unidos. En el año 2011, más de 235.000 títulos fueron publicados por sus autores, lo que supone un 43% de la producción total, un mercado copado por tan sólo cuatro multinacionales (CreateSpace de Amazon, Smashwords, Author Solutions y Lulu Enterprises) cada vez más apetecido, tanto por el volumen de negocio que genera como por la calidad de algunas de sus producciones, hasta el punto de que siete novelas autopublicadas figuran en la prestigiosa lista de los mejores libros del año que elabora el New York Times.
Un estudio realizado por la sociedad de estudios Bowker ─la agencia que se encarga de atribuir los ISBN en el país norteamericano─ señala además que el libro electrónico gana también terreno en esta parcela, ya que el 33% de los libros autoeditados lo fueron como e-books, con fuerte tendencia a la alza, en un mercado en el que el formato digital representa un 23% de la facturación total y que supera 50% en literatura de ficción.
Este fenómeno no es nuevo. Ya en su momento el diario Le Figaro advertía en 2008 que, por primera vez en la historia, el número de títulos autoeditados en EE.UU. había superado a los publicados por las editoriales clásicas (285.000 frente a 275.000), libros que tratan de temas variopintos, desde novelas rosas, porno suave y fantasía hasta ensayos, estudios científicos o libros de familia, sin desdeñar lo que en el ámbito anglosajón se conoce como Vanity publishing, la satisfacción de haber publicado un libro aunque sólo sea para regalo.
Es grato constatar el número creciente de ciudadanos que ha sido capaz de escribir un libro, aunque luego no sepa qué hacer con él. A través de este blog, recibo buen número de correos electrónicos de personas, unas preguntando cómo publicar la obra que han escrito, otras explicando que tienen una historia para contar y no saben cómo empezar. El mismo artículo de Le Figaro ya revelaba que, según una encuesta realizada en 2009 por la IFOP, el 6% de la población poseía un manuscrito y aspiraba a publicarlo: dos millones y medio de franceses que ansiaban ser escritores, un maná que han aprovechado los nuevos editores para hacerse con un hueco en el mercado.
Dentro de este catálogo de nuevos editores habrá de todo: tiburones que sólo pretenden enriquecerse, románticos que sueñan con llevar la cultura al último rincón, empresarios honestos que aman su oficio, pero conscientes de que, para sobrevivir, hay que ganar dinero. Éste último es el modelo. Pero hay que darse prisa porque los grandes están al acecho, no sólo Amazon, también Apple y Google se están preparando para repartirse el holgado pastel.
Toda una amenaza para la industria editorial, pero una oportunidad para el empresario osado e innovador… y también para el escritor diletante, si entiende que para publicar, no basta con escribir, hay que arriesgar un pequeño capital y dedicar un tiempo a la promoción. Algunos autores consagrados que antes iban por el canal tradicional, se han dado cuenta de que ya no necesitan intermediarios. Si antes percibían por derechos de autor no más de un 10% sobre el precio de cada libro vendido, ahora se pueden embolsar hasta un 70 u 80% de los beneficios. Otros no lo ven tan claro: “si tengo que diseñar la portada, ocuparme de las ventas, controlar las existencias y preparar los envíos, ¿cuándo escribo?”. Allá cada cual con sus circunstancias

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