martes, 7 de julio de 2015

Mad Max - Fury Road



Durante los últimos quince años no había visto una película que me volara los sentidos y me dejara k.o. a la salida de la sala. Como fanático del cine no puedo disimular actitudes críticamente destructivas a los blockbusters de Hollywood, una industria revoltosa y mediocre, fabricante de basura, cuyos estudios desperdician el talento creativo salvando muy poco de lo realmente valioso.
George Miller es el australiano, dueño de la franquicia de Mad Max, un trabajo que tiene mucha historia en el cine y en los precedentes que ha sentado para el espectro creativo. Era indudable que el creador podía reinventar su propio juguete, y pese a las ínfulas de la industria, hacerlo de la manera más libre posible, usando a los actores que quiere y los recursos menos ortodoxos.
Eso es Fury Road, un ataque directo a la industria del cine anglosajón, un puñete certero en el ojo de Hollywood, dejando una hinchazón que revoluciona la manera de hacer cine, mostrando la infinidad de opciones que merece un buen trabajo creativo. Como no admirar el trabajo de Miller, en este enorme y despiadado torrente de imagenes, la humanidad en pleno, en su naturaleza primordial, su instinto más básico y destructivo. Ese fenomeno mal llamado postapocaliptico, no es más que un invento rabioso y agresivo del cine más purista de ciencia ficción, la consecuencia directa de la humanidad en su desarrollo básico de sus instintos, cuyo despropositado futuro no es más que el inevitable caos y la destrucción.

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