lunes, 27 de julio de 2015

Tu lugar para la lectura


Cuando se trata de encontrar un lugar acogedor para disfrutar de un buen café, una comida o un postre acompañado de una buena lectura, es muy importante sentirse cómodo. Muchas veces no gozamos de la misma libertad en casa que en un lugar público. Ya sea para leer o escribir, estando en el hogar suelen darse muchas interrupciones. ¿Qué hacemos ante eso? Nos resignamos o nos buscamos un espacio propio solo para relajarnos.

Las ventajas de estos lugares varían dependiendo a lo que busquemos. En lo personal, me gusta que mis lugares de escape y relajación no tengan música estridente. Algunas veces buscaba uno que no estuviera lleno de fumadores, aunque últimamente ya no me afecta el humo.

Otro factor muy importante para sentirte a gusto, es la certeza de que, en ese lugar, tú eres el cliente. Y como cliente, te permites ser consentido y tratado, por lo menos, con amabilidad. ¡Qué lindo es estar en tu mesa y que alguien se acerque a preguntarte con qué deseas acompañar tu lectura! Claro, no es un servicio gratuito, pero bien lo vale.

Hace poco tuve la oportunidad de ver la diferencia entre un lugar acogedor y uno al que más bien, parece que hay que rogar por un buen servicio. Me sorprendió la verdad, mas esta diferencia me hizo caer en cuenta de la importancia de conseguirte un buen lugar.

“Casa Blanca”, por ejemplo, solía ser uno de mis lugares favoritos, pese a su calidad de servicio. Su comida, si bien es cara, es rica. El defecto que tiene es su personal, no sé por qué suelen rotarlo tanto, pero a mi parecer van empeorando. Entonces conocí el café “Expresso”, por la Plaza Principal. Qué diferencia cuando entras ahí y no solo ya te conocen, sino que te reciben con una sonrisa. Es más, hasta ya saben lo que vas a pedir y te lo traen de buen humor.

Puedo pasar horas leyendo un libro o un manga, escribiendo cualquier cosa, o solamente disfrutando de un tiempo a solas con un buen café. Así sí dan ganas de salir a ese lugar nada más para relajarte y despejarte un poco de tu vida cotidiana.


¿Y qué pasa cuando ya es tanta la costumbre que vuelves ese lugar un segundo hogar? Todavía no lo sé con seguridad, pero estoy en eso. Recomiendo abiertamente que cada uno de ustedes, estimados lectores, encuentre su lugar cómodo para relajarse. Ya sea un café, un restaurante, una plaza, o simplemente una banca a un par de cuadras de su casa. ¡Conviértanse en reyes de ese lugar; si van a consentirse, háganlo a gusto! Permitan que su mente libere su creatividad al zafarse de ataduras invisibles, para que solo piense en preocupaciones cuando no estés en ese lugar.

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