jueves, 2 de julio de 2015

SANGRE

La primera vez que sentí correr la sangre por mi piel fue espantoso; no obstante me acostumbre a su contacto, era tibia y viscosa, con el paso del tiempo me llego a agradar esa sensación y de hecho constituía parte de ese rito tan personal para mí. El filo de mi navaja brilló matizado por las gotas de sangre oscurecidas por la tenue luz de la lámpara. Pero debo cambiar mis hábitos o seré descubierto pronto.
Mierda, esta mañana mi mama me compró una máquina de afeitar desechable.


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