lunes, 2 de septiembre de 2013

cybergrind en la literatura (propuesta teórica)

Cybergrind, es un género del metal, descendiente del grindcore, un ápice extremista del hardcore punk formado por los más ruidosos contestatarios de los noventas, que rehusaron a seguir cánones de la banda de rock tradicional, se encerraron en sus habitaciones o garajes con una guitarra y un drum machine, y le dieron rienda suelta a su imaginación contestataria, abriendo paso a un laboratorio musical que a la fecha a derivado en multitud de seguidores menos radicales y más ordenados de acuerdo a los avances de software.
Por supuesto que este modelo que taladra las estructuras del punk crudo, con el monolito electromecánico de las secuencias digitales, no solo permite a los misantropos expandir sus universos, sino que también crea vías de acceso hacia versatilidad creativa extraordinaria, en la danza, el cine y las letras.
El cybergrind es un aparato revoltoso de caos e intelectualismo, burla y sadomasoquismo, es un instrumento de tortura política y un recurso de terrorismo filosófico que abunda en silogismos primitivos y en recursos tecnológicos piratas, agresivos y de acceso clandestino, valiéndose de ellos para enunciar una cruzada de rebelión, ejércitos sin soldados, condenando la mediocridad de los medios y la adaptabilidad de los rebaños humanos a las campañas masivas de propaganda social. Es la deshumanización del espíritu, es la bestialidad en pleno del control, es la creación del hombre nuevo en los bosques digitales y virtuales de la simulación. Es la desintegración del átomo en la especie viviente, es la mortificación del enemigo natural, la competencia, la riqueza y la moda.
El cybergrind representa los cimientos de la sociedad en decadencia y a los procesos de evolución hacia el supraconsciente desconocido, el mismo que duerme en los sueños, sonámbulo se reprime en la celda de la urbanidad.
No ha sido una corriente artística la que ha engendrado este ser, sino ha nacido en el subterráneo con numerosos volúmenes y retratos, que han publicado los iconoclastas sin mérito sus trabajos, independientemente de los medios y de los críticos, se han sentido libres de ser terroristas y libertadores, y en internet, por supuesto el interés de generar tanto desorden no obedece a la necesidad de propagar la música o la palabra como una ideología, sino de manifestar silenciosamente el desagrado al prototipo de humano que nos ofrece la sociedad moderna por las escasas luces de la educación plutocrática.
Entonces este género da lugar a varias interpretaciones artísticas y literarias que surgen con los herederos de universo cognitivo engendrado en la computadora y el videojuego, el ciberespacio de Tron, Darth Vader y los libros de Philip K. Dick, los niños que se iniciaron con Venom y acariciaron la locura de Mortician, Incantation y el conde Grishnack tras las rejas, los fans del grunge que acabaron su adolescencia escuchando Slipknot, los escritores que se manifestaron junto a Gibson, Brosnan y Sterling, y los cinefilos que amaron Event Horizon, la primera película cybergrind sin pretenderlo, los que crecieron con Keanu Reeves, el Harry Potter de los noventa, ahora son los paladines de esta generación, abrumados por los trabajos esclavizantes y por los modelos de la sociedad, demandan mayores fueros de su profunda tristeza, la que no acaba ni con la muerte, para ellos es esta revolución cultural, una herramienta de profunda meditación.
Por ello, me atrevo a generar ésta nueva corriente literaria, como cybergrind denominarla, un mundo que cae en el caos y en la confusión, un universo personal, atípico, sin  líneas, presente o ayer, que afecta a varias personas extraviadas en la miopia de la realidad, sino a todas las que sueñan con mil vidas todas las noches, un espíritu que ebulle en la iluminación, o en el abismo. Tentarse con la hiperviolencia, y con el sadomasoquismo, con la pornografía, con la desnudez del propio ser, humillado en su totalidad, imprecado de su individuo original, no son elementos nuevos, pero el uso de recursos que se han censurado en tentativas de controlar el mundo librepensante, el humano en sus fases oscura y brillante, el eclipse y el amanecer del espíritu, hacen las palabras nuevas de un manifiesto, no de ficción y tampoco de futurismo, sino de un presente agobiante, dubitativo, la incertidumbre de los días.
Siendo la lucha ahora con el alma, porque el vacío de los días no llega, no calma, no nutre, el pliego de los cimientos de nuestra educación, frente a la percepción vana de los objetivos nunca alcanzados, es un obstáculo que franquea nuestras debilidades, y por ello un ansia de rebeldía no llega a ser suficiente con el delito y el homicidio, y tampoco con la revolución.
La única solución se encuentra en los dioses internos, despertarlos, violentarlos y emerger en la luz, cual vida nueva, cual muerte, cual momento, así los mensajes ancestrales descansan en las ideas nuevas, madurando en silencio.

Por: 
Ronald Alfredo Rodriguez Gonzales

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